Priorizar la prima de principios es privarse
de libertades. Propongo parar, pensar,
preguntarse y preparar teorías a través de proposiciones. Todo fundamento debe
caber en la lógica. No se precipite, no busque prioridades sujetas a principios
heredados por progenitores. No siga pagando la prima de principios por herencia
paterna. Piense, purgue; pronto podrá comprender y proponer particulares puntos
de vista, desde aristas opuestas, con propuestas propias.
Por pudor y prejuicios, nos privamos de poder
compartir con otras personas de principios ajenos. Puede, si lo pretende,
pararse erguido y pensar en que su libertad es perfecta; Pero ante tal postura,
pregunto: ¿No es precaria su libertad al preponderar aquellos principios que lo
privan de personas que, por una razón u otra, priorizaron sus propios principios
y pagaron la prima al igual que usted? Piense, mire sus prioridades, sienta
prestigio por poner el pecho para protegerlas. Pero no crea que aquellos
principios ajenos, aquellos del polo opuesto son pérfidos. Párese frente al
espejo, despójese de su propio reflejo y piense, por un breve lapso de tiempo,
que aquella persona presente ante usted, es otro. Permita ponerse bajo presión,
pierda el particular punto de vista que puede ofrecer aquella mirada parcial
que justifica por subjetividad aquellos pensamientos y actos pobres y
premeditados que pudieron haber lastimado a otra persona. Es complicado,
verdad. Las pasiones, los pensamientos, las prioridades, los perdones, los
prejuicios, las preocupaciones, las pérdidas, la algarabía y la cobardía lo paran
en un punto fijo y predeterminado. Por más porfía o empeño que preste, la
prueba es una pérdida de tiempo. Propóngaselo y verá que por mayor pasión o
presión que ejerza, jamás podrá escapar de su persona. Aquella prima de principios
ha sido pagada y limita su libertad, desde los pretéritos principios impuestos
arbitrariamente por los padres; desde el presente, al prejuzgar y priorizar
conceptos prefabricados y desde el futuro, al comprender que gran parte de las
personas que se presentan en el perímetro de su delimitado entorno, no
pertenecen ni pertenecerán a nuestro círculo social.
Pregunto: ¿Puede acaso ponerse en la piel de
un proxeneta y proteger de pensamiento, algún pequeño proceder patriótico,
previamente conociendo aquel pasado corrupto y paupérrimo? ¿Puede proponérselo,
puede probar y quizás, por esas particularidades, permitírselo? ¿O aquella
prima de principios que pago y prioriza y se hace presente en su persona,
proveniente de un pretérito cultural, instaurado por progenitores lo privara de
perpetuar relaciones con personas cuya formación parental es, por donde ponga
el ojo, ajena a nuestros principios, imposibilitando permanentemente la
posibilidad de ser por un rato libres, impregnándolo de prejuicios y pensamientos
pérfidos que por momentos creyó ajenos y mostrando su pensar precario y
relativo; generando una indiferencia ante aquella persona que permanece en la
penumbra de nuestra percepción del mundo?
Son aquellos principios y aquella prima que
pagamos, proveniente de un pretérito cultural perteneciente y promovido por
progenitores; los que nos privan de una libertad pura, perfecta, impoluta,
pulcra; impregnando de prejuicios y penumbras en la cual, por torpeza,
tropezamos permanentemente en la pérdida de lógica a la hora de crear
parámetros entre proposiciones; deseando la muerte al asesino, pretendiendo la
extradición al extranjero y promoviendo la prohibición de oportunidades al
desamparado. Esos principios impuestos que premian con la perdida de la libertad,
promovida por padres, que con pavor nos perjudicaron en el peculiar intento de
protegernos.
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