domingo, 26 de octubre de 2014

La aureola de café en el mantel (Obrícula)





Mesa de café con mantel blanco, un cenicero, una taza y sobres de azucar. Dos sillas encontradas. En una permanece sentado, con la vista gacha y jugando con la cuchara en la taza, EL. En la otra silla, ELLA lo observa de modo intimidante. Permanecen en silencio un buen tiempo.


ELLA: (Saca un cigarrillo del bolsillo de su camisa, lo enciende y comienza a fumar) ¿Qué hacés acá?
EL (sin mirarla y haciendo ruido con la cuchara en el borde de la taza): Te espero.
ELLA (riendo): ¿Vas a seguir esperando? Debe estar helado ese café y lo seguís revolviendo no sé por qué.
EL (deja la cuchara en el plato de la taza. Sin mirarla): No es el mismo café. Es la misma mesa, la misma camisa, el mismo dolor, el mismo llanto ininterrumpido. Pero el café es otro. Bebo constantemente, para evitar dormir. No soportaría encontrarte en un sueño y perderte de un modo abrupto al despertar. Tampoco quiero dejar, ni un segundo, de observar por la ventana, detectando miradas familiares; para focalizar luego y deducir si sos vos quien pasa por la vereda. Esta ciudad es muy grande y las calles suelen estar colapsada de rostros por identificar. Sin embargo, decidí no tocar esta taza hasta que traigan tu lágrima.  (Comienza a recorrer con los dedos, el asa de la taza).
ELLA: Dudo que recuerdes exactamente mi rostro. ¿Nunca pensaste si este rostro que ves, no se modifica de momento a otro? ¿Cuánto podes fiarte de un recuerdo? ¿Cuánto podes fiarte de aquel estado insomne que ofrece ese café?
EL (mirándola a los ojos por primera vez): Tu imagen está grabada al rojo vivo en mi retina.
ELLA: Quizás la semana pasada, mi nariz era un poco más gruesa o algún lunar haya cambiado de forma o haya desaparecido.  Los recuerdos se distorsionan.
EL: (mientras rompe un sobre de azúcar con ira) Al igual que vos. (Silencio. Al verter el contenido en la taza) Es escalofriante tomar conciencia de que el solvente universal no es el agua, sino el tiempo. El tiempo disuelve lo material y lo intangible. (Mientras revuelve con la cuchara) En ocasiones, nos juega malas pasadas intercambiando y entrelazando imágenes distintas. Es así como de un momento a otro, tu vestimenta se modifica, tu peinado cambia o los lentes aparecen y desaparecen. (Empuja la taza al centro de la mesa) Puede ocurrir que tu rostro se desvanezca lentamente, perdiéndose en las tinieblas del olvido, pero seguramente el tiempo estará haciendo lo debido en tu rostro real. Envejecerás y algunas arrugas interrumpirán la continuidad de tus pómulos. (Mirándola a los ojos) Hay días que creo que mi recuerdo se desvanece al mismo tiempo que tu rostro envejece.  Mientras que en ciertas ocasiones, creo que mi recuerdo envejece, al mismo tiempo que tu rostro se desvanece.
ELLA: ¿A tanto tormento te sometés? No deberías. Ni siquiera sabes si aún te recuerdo. El tiempo es más tirano de lo que crees.
EL: Tengo la esperanza y la sensación, de que este encuentro sería imposible si no nos extrañáramos al mismo tiempo. Es el deseo compartido que despierta en este humo con aroma a café que roza nuestros labios y nos enfrenta aquí; y esos días donde mi autoestima se arrastra por el piso, temo que la figuración de una reminiscencia, en verdad sea yo. Muero de deseos de acariciar tu mejilla, pero tiemblo de miedo. ¿Quién será real y quién la imagen de un recuerdo?
ELLA: (apaga el cigarrillo).Qué ridículo. Soy yo quien surge de la nada. Entre los rincones del silencio, como una vibración  espontanea del aire. Propagándome hacia tu pecho, redimiendo tu alma, vislumbrando tu miedo, destruyendo el leve intento de amar que se te presenta. Aunque ambos seamos recuerdos que se erosionan lentamente con el viento del tiempo, mi entidad se hace presente en tu dolor. Aunque mi figuración deje de existir, el dolor me inmortaliza. Aunque todo sea una ilusión, los sentimientos son reales.
EL: coincido. Simplemente eres la silueta de aquello que purga mi alma.
ELLA (toma la taza con ambas manos, bebe un sorbo y la deja cerca) Quizá sea momento de dejarme ir.
-          EL: ¿Y privarme del sufrimiento? No quiero. Prefiero seguir sumergiéndome en las tormentosas mareas del pasado, dejando mi cuerpo al naufragio, sometiéndolo a los golpes de olas hasta quedar inconsciente y descender en las mansas profundidades para encontrar tu sonrisa, antes que me quede sin oxígeno y deba emerger para enfrentar nuevamente las olas. Quisiera poder estar aquí por siempre, escuchar tu voz, aunque sea difusa. Sin embargo, llega el momento donde la asfixia me lleva a la desesperación y entre burbujas producidas por mis movimientos desesperados que me envuelven; debo emerger. (saca un cigarrillo de su bolsillo, lo enciende y comienza a fumar) Quizás sea momento de dejarme ir.
ELLA: coincido. Simplemente eres la silueta de aquello que purga mi alma.
EL: Qué ridículo. Soy yo quien surge de la nada. Entre los rincones del silencio, como una vibración  espontanea del aire. Propagándome hacia tu pecho, redimiendo tu alma, vislumbrando tu miedo, destruyendo el leve intento de amar que se te presenta. Aunque ambos seamos recuerdos que se erosionan lentamente con el viento del tiempo, mi entidad se hace presente en tu dolor. Aunque mi figuración deje de existir, el dolor me inmortaliza. Aunque todo sea una ilusión, los sentimientos son reales.
ELLA: (sin mirarlo. Comienza a recorrer con los dedos, el asa de la taza) Tengo la esperanza y la sensación, de que este encuentro sería imposible si no nos extrañáramos al mismo tiempo. Es el deseo compartido que despierta en este humo con aroma a café que roza nuestros labios y nos enfrenta aquí; y esos días donde mi autoestima se arrastra por el piso, temo que la figuración de una reminiscencia, en verdad sea yo. Muero de deseos de acariciar tu mejilla, pero tiemblo de miedo. ¿Quién será real y quién la imagen de un recuerdo?
EL (riendo): ¿A tanto tormento te sometés? No deberías. Ni siquiera sabes si aún te recuerdo. El tiempo es más tirano de lo que crees.
ELLA: (mientras rompe un sobre de azúcar con ira) Al igual que vos. (Silencio. Al verter el contenido en la taza) Es escalofriante tomar conciencia de que el solvente universal no es el agua, sino el tiempo. El tiempo disuelve lo material y lo intangible. (Mientras revuelve con la cuchara) En ocasiones, nos juega malas pasadas intercambiando y entrelazando imágenes distintas. Es así como de un momento a otro, tu vestimenta se modifica, tu peinado cambian o los lentes aparecen y desaparecen. Puede ocurrir que tu rostro se desvanezca lentamente, perdiéndose en las tinieblas del olvido, pero seguramente el tiempo estará haciendo lo debido en tu rostro real. Envejecerás y algunas arrugas interrumpirán la continuidad de tus pómulos. Hay días que creo que mi recuerdo se desvanece al mismo tiempo que tu rostro envejece.  Mientras que en ciertas ocasiones, creo que mi recuerdo envejece, al mismo tiempo que tu rostro se desvanece.
EL: Quizás la semana pasada, mi nariz era un poco más gruesa o algún lunar haya cambiado de forma o haya desaparecido.  Los recuerdos se distorsionan.
ELLA (mirándolo a los ojos): Tu imagen está grabada al rojo vivo en mi retina.
EL: Dudo que recuerdes exactamente mi rostro. ¿Nunca pensaste si este rostro que ves, no se modifica de momento a otro? ¿Cuánto podes fiarte de un recuerdo? ¿Cuánto podes fiarte de aquel estado insomne que ofrece ese café?
ELLA (sin mirarlo y haciendo ruido con la cuchara en el borde de la taza): No es el mismo café. Es la misma mesa, la misma camisa, el mismo dolor, el mismo llanto ininterrumpido. Pero el café es otro. Bebo constantemente, para evitar dormir. No soportaría encontrarte en un sueño y perderte de un modo abrupto al despertar. Tampoco quiero dejar, ni un segundo, de observar por la ventana, detectando miradas familiares; para focalizar luego y deducir si sos vos quien pasa por la vereda. Esta ciudad es muy grande y las calles suelen estar colapsada de rostros por identificar. Sin embargo, decidí no tocar esta taza hasta que traigan tu lágrima.
EL: ¿Vas a seguir esperando? Debe estar helado ese café y lo seguís revolviendo no sé por qué.
ELLA: Te espero
EL (apaga el cigarrillo): ¿Qué hacés acá?



TELÓN
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